Neko

En el mismo trayecto del Sol...

"...en todo caso, había un solo túnel, oscuro y solitario: el mio..."

30.3.07

De un unicornio azul...

A tí, la que quiero

Pastando lo dejé, diría Silvio, y desapareció. Pero el mío no desapareció, me esperó. Mostró tener la paciencia de los sabios, como seguro de que siempre regresaría; tan seguro de que todos los caminos conducían a él. Pensé que se me había perdido, que había esperado mucho tiempo, que al regresar ya no estaría. Pero aunque los cuerpos no estaban conectados, las almas estaban unidas por un lazo inquebrantable. Y hubo quienes llegaron a pensar que ya no lo quería, que lo había dejado atrás, "pero aunque tuviera dos, yo solo quiero aquel", que me acompaña en mis sueños y en encuentros fugaces de noches traviesas, que inyecta mi ser de energía.

Y el reencuento fue más que meláncolico, más que nostálgico y mil veces especial; más que un momento fue un sentir, parecido a una ilusión. Encontré mi unicornio azul, no como Silvio que lo perdió, regresé a tiempo, antes de haberlo perdido por completo. Ahora estoy feliz, y espero que tu cuerno de añil sea la inspiración de muchos versos por venir...

P.D.: Sobre Mi Unicornio Azul

Hace ya muchos años Silvio Rodríguez escribió una canción: Mi unicornio azul. En ella habla de como perdió a su unicornio azul, al cual dejó por un momento y desapareció, y por el cual pide información que está dispuesto a pagar. Por mucho tiempo pensé que la canción había sido inspirada por la pérdida de un ser querido, pero no es así. La inspiración de Silvio fué la pérdida de su jeans fuerte azul con los cuales se sentia más cómodo; y paradójico es que la pérdida de este jeans haya inspirado uno de sus mejores versos, versos que hoy me inspiran a mí a escribir para un ser, más que querido, adorado.

20.3.07

El arte de coquetear...según los hombres

Si bien es cierto que la mujer siempre domina la mesa, el hombre es quién reparte las cartas. Comienzas con unas cuantas miradas y le haces entender que en la habitación mandas tu, aunque la realidad sea otra. Tus ojos se convierten en una maquina de rayos x, la analizas y, si te agrada lo que viste, comienzas la travesía. Pero los hombres tenemos la mala costumbre de que cuando vemos que unas cuantas olas hacen tambalear nuestro barco, normalmente, enfilamos hasta la costa inmediatamente. Pero si el mar está tranquilo y no hay tempestades, te atreves a acercarte. Ya de antemano has mojado tus labios, sacado el pecho, has sumido tú “disimulad” barriga de noches de parranda, has saludado a medio mundo, para que ella crea que eres conocido, y cuando al fin llegas le saltas con la frase que ha venido rondando tu cabeza desde el primer momento que la viste. Ella te mira, sonríe y ya tienes la primera batalla ganada. Ahí comienzas a demostrar toda tu caballerosidad, la invitas a un trago o a un baile, y le enseñas la cara más limpia de la moneda, la otra la dejas para después. Entre poses y respiros logras ganarte su confianza, siempre atento a lo que dices, porque las palabras son la antesala de la gloria. Comienzan con temas familiares, pero en poco tiempo la llevas hacia el meollo del asunto, lo importante en este caso; el tú y el yo, el nosotros. Es en este momento en que se define la batalla, el medio juego de la partida, si logras mover tus piezas bien, quizas para el final de la noche habrás obtenido la conquista esperada. Los hombres no coqueteamos, es la verdad, vemos el objetivo, ponemos las trampas, hacemos el ataque, y obtenemos la presea codiciada. Es así de simple...

18.3.07

El arte de coquetear...

Gallear es de machos, diría cualquiera de entrada; y coquetear es de hembras. Sí, pero no. No hay nada que un hombre no sea capaz de hacer cuando una mujer le mira. Dentro de los límites inicia el ritual y el lenguaje corporal se hace mas intenso mientras el manejo de la voz te sitúa en otro lugar, sientes como todas las emociones son hábilmente expresadas a través de sus ojos. Su mirada es intranquila mas las manos se aprovechan del instante en el que nada parece afectar el comportamiento, complementando las palabras. Aprietas los labios, sonríes, puede que incluso inconscientemente te sonrojes, sin embargo, no exageras; conoces tu publico. Sonreír demasiado puede tomarse por ligero, inconsecuente y versátil. Te estremeces cuando las indicaciones verbales son puestas al tapete sin pensarlo dos veces, mas que inquietante son esos gestos que denotan impaciencia o aburrimiento.
Si el coqueteo no es reciproco, la incomodidad inunda tu ser, inunda el momento, y sencillamente carece de efecto. En cierto punto razonas y piensas que el tiempo es impropio, mas arte al fin solo busca expresar lo que infaliblemente se siente. Estos pretendidos sinónimos forman parte del coqueteo, mas ninguno de ellos puede sustituirlo. La mujer presumida y veleidosa, que por vanidad procura agradar a muchos, se burla en general de todos, sin fijarse realmente en ninguno. Ellas coquetean y ellos se pavonean. Al final es lo mismo. Cuando se trata de conquistar por las prendas, se trata de lucirlas todas, tanto si viene a cuento como si no. Suerte que hoy ya no hay que demostrar con desafíos y duelos el valor ante las damas.

8.3.07

¿Discriminador yo? No lo creo...

A raíz del informe del Departamento de Estado de los Estados Unidos que me califíca a mí, dominicano, como un discriminador de mis vecinos haitianos.
¿Soy discriminador cuando a mis vecinos haitianos les ofrezco trabajo en mi hogar, en mis construcciones, en mis cañaverales, en las esquinas de mis calles, en los comercios de mi ciudad? ¿Soy discriminador cuando a mis vecinos haitianos les ofrezco una mucho mejor vida de la que tienen en su país, cuando comen del arroz que yo produzco, se asean con el agua de mis presas, se beben el agua de mis manantiales? ¿Soy discriminador si les permito usar la electricidad que con tanto sacrificio pago, si les permito ocupar el espacio de mí tierra, si les doy la limosna? ¿Soy discriminador si les permito que practiquen su culto, su religión, su idioma, su deporte, en los confines de mí patria? ¿Soy discriminador si les permito tener sus hijos y llamarlos dominicanos, si les permito atenderse en mis hospitales, estudiar en mis escuelas, caminar mis calles, disfrutar mis parques, bañarse en mis ríos, en mis playas, disfrutar mi arena?
No creo ser un discriminador, creo ser solidario al compartir lo poco que tengo con mis vecinos obligados, a quienes por muchos años hemos tratado de ayudar. ¿Que calidad moral tienen los gigantes del norte para llamarme discriminador, si ellos mismos maltratan no solo a sus vecinos del sur, sino tambien a toda América Latina? ¿Discriminador yo? No lo creo. Mirate tú, que ya yo me miré.
P.D.: Primero Dominicano, después cualquier otra cosa más.

4.3.07

De cielos rojos, lunas negras y noches desconsoladas...

Desperté en medio de la noche; quedaban los destellos de un cielo rojo y una luna negra que apenas horas antes había albergado mis risas y momentos de goce. Aún recuerdo ese mensaje: “¡¡dale poeta!!, que viene inspiración”. Salí a la calle en búsqueda de inspiración, en busca de versos nerúdicos. Y en ese momento quién pensaría que unas horas después no podría conciliar el sueño, que mis ojos parecerían las puertas de un hotel famoso, las piernas de una mujer alegre. ¿Era esa luna negra un presagio de lo que vendría aquella noche? ¿O era ese cielo rojo una antesala de esa noche desvelada? Ni idea. Logré conciliar el sueño cuando mis neuronas se cansaron de pensar, se cansaron de dibujar momentos, de crear situaciones. ¿Por qué es que el cuerpo del hombre vive en el presente, pero su mente vive en el futuro? ¿Por qué divaga en cosas que aún ni suceden, cuyo acontecer está condicionado? A veces la única solución es conformarse con vivir el presente, no vivir tanto en el futuro. Mientras tanto sigo buscando la inspiración perdida aquella noche, la luna negra y el cielo rojo que se me esfumaron.
P.D.: Thanks Key-Key...