El tiempo transcurre...

La miré fijamente a los ojos, perdiendome en su mirada, viendo un universo en sus ojos, dibujando un arco de colores, de esos que a veces se forman entre las nubes, cada vez que la Luna, a espaldas del espectador, refracta y refleja su luz en la lluvia. Y entonces se lo dije. Un mundo nace cuando dos se besan, decía Octavio Paz, pero cuando te besé se formaron miles de constelaciones y un universo nació a nuestro alrededor. Simplemente me devolvió la mirada con aquellos grandes ojos miel que reflejaban los sentimientos de su alma. Y cercenó mi corazón, pulverizó mi alma y me dijo adiós. Aquellos sueños despiertos se esfumaron, las horas interminables de insonmio pensando en ella habían perdido sentido, el montón de cosas que hice por ella carecían de significado. Y todo por una palabra. Llovía, la calle desierta, los rayos resonando en mis oidos. En un momento deje de sentír, no escuchaba, no miraba. Nada importaba. Hace unos años la ví. Estaba feliz. El tiempo había transcurrido, su belleza seguía siendo cautivadora y sutil, sus ojos los mismos que una vez reflejaron un universo. Era invierno y los copos de nieve parecían pedazos de cielo cayendo sobre mí. Cuando nuestros ojos chocaron no sentí nada. Sonreí y me fuí. El amor que una vez sentí ya no estaba ahí. El tiempo había transcurrido y había curado el dolor que una vez me afecto...