Algunas cosas en la vida (VI)

Llevaba ya una semana entre cuatro paredes. Estaba cansado. Lo único interesante del día sucedía cada ciertas horas, cuando ella entraba. Despúes de eso lo mejor era una serie que había descubierto mientras pasaba canales. Le recordaba un poco a él. Sonó el telefono. Era su "novia", ya hasta lo decía entre comillas porque no estaba muy seguro de que lo fuera aún. Cada vez lo visitaba menos. Recordó aquel verso de Silva. ...Pero incapaz de gritarme: ¡Esperame, yo me marcho contigo! En este caso era ella la que se iba, y él no se atrevía a decirle que lo esperara. El tiempo dirá si el silencio será más elocuente que la palabra. Uno se cree que el amor lo mata el tiempo y la ausencia, pero, como Serrat, este tren vendió boleto de ida y vuelta. Nunca fue un ávido de la lectura, pero la música le apasionaba. Serrat, Discépolo, Gardel, Satriani, Rolling Stones, Veloso...Desde argentina hasta Estados Unidos, desde Francia hasta China, le encantaba todo tipo de música. Por eso le había dolido tanto dejarlo por ella. Se prometió comprar una nueva guitarra cuando saliera de estas "cuatro paredes".

Pensó en ella. Además de ser una doctora maravillosa, era preciosa. Una calidez inigualable. Se imagino un hijo de ellos. Tener uno de esos locos bajitos, que echan mano a cuanto hay a su alrededor, seria fantástico. Sentar cabeza, tener una casa, tener un hogar. Sin quererlo se durmió, y lo que lo va a despertar no será una serenata...no lo será...